Primera parte: investigación e innovación para la equidad
La acelerada expansión de la sociedad del conocimiento, lejos de cumplir las esperanzas que la humanidad ha depositado en el poder de la ciencia para crear oportunidades de desarrollo y atenuar desigualdades, ha acentuado disparidades entre regiones, países y entre grupos sociales, toda vez que el mercado lidera la distribución de los resultados de investigación, con el consiguiente efecto de privatización y de exclusión de amplias franjas poblacionales del acceso a sus beneficios.[1]
Las ciencias sociales, si bien han hecho aportes relevantes a la identificación de las causas de la desigualdad y la pobreza y al diseño de herramientas para su mitigación, no logran tener un impacto práctico masivo y producir cambios relevantes en la superación de brechas de equidad.
El déficit de impacto real del conocimiento social puede ser explicado por diversas razones: su aplicación requiere cambios significativos en el sistema político y económico, para los cuales no existe voluntad política real; insuficientes recursos para llevarlos a cabo; resultados de investigación parciales que dejan fuera factores relevantes del cambio; insuficiente intercambio y diálogo entre pares académicos y entre estos y los operadores de políticas públicas y la ciudadanía; uso de metodologías basadas en la supuesta superioridad del conocimiento técnico científico, que no consideran en la magnitud requerida el punto de vista y las prácticas de los grupos afectados, entre otras.
La decepción sobre el potencial de equidad basado en la producción de conocimientos ha generado un debate ético-teórico sobre la articulación entre conocimiento, innovación e inclusión social y la propuesta de asumir los resultados de la ciencia como bien común y de que los sectores más postergados sean sus destinatarios directos y tengan voz en su orientación. Bajo estas perspectivas emergen el enfoque de investigación abierta colaborativa y el enfoque de pro inclusión y pro equidad.
La investigación abierta colaborativa y colaborativa ciudadana se organiza a través de procesos de cooperación y participación entre disciplinas y campos de acción diferentes para la resolución de problemas comunes. Incluye el trabajo conjunto entre pares y entre distintos tipos de actores que se desempeñan en ámbitos académicos y no académicos, incluyendo la ciudadanía, y que asumen tareas de investigación diversas. La cualidad de investigación “abierta” se refiere a la difusión del conocimiento científico, libre, accesible en línea y reutilizable.[2]
El enfoque pro inclusión y pro equidad, reconoce la importancia similar del conocimiento adquirido a través de la investigación y a través del hacer y el utilizar, y promueve un proceso social de aprendizaje, producción de nuevo conocimiento, descubrimiento y utilización de hallazgos, responsable por la expansión efectiva y sostenible de la equidad y la justicia social y basado en la coproducción cognitiva academia-comunidades. Incluye diversas líneas de acción como:[3]
– La intervención de la ciudadanía y de las comunidades y grupos en desventaja en la definición de la agenda de investigación e innovación, la identificación de problemas relevantes de investigación, la producción de evidencias y la formulación de conclusiones y propuestas.
–Nexos entre investigación y proyectos y activismo pro inclusión, para generar de forma conjunta demandas a las políticas sociales.
–Diálogo y espacios de trabajo conjunto con decisores y operadores de políticas.
–La identificación y visibilización de soluciones innovadoras a problemas cotidianos implementadas por la gente común (“cognitivamente ricos y económicamente pobres”), en condiciones de escasez severa de recursos, para ponerlas en valor e inspirar a otras comunidades.
–Identificación de tecnologías sociales, productos, técnicas o metodologías, replicables, desarrolladas en interacción con la comunidad y que representan soluciones efectivas de transformación social.
–Apoyo a comunidades marginalizadas en procesos de producción de conocimiento para el cambio, para hacer emerger lo que la propia gente sabe, a partir de saberes y tecnologías propias, enraizadas en sus culturas, historias y prácticas locales.
Importa remarcar que el reconocimiento por parte de una teoría de la justicia de una mayor vulnerabilidad en determinados sujetos no implica considerarlos solo como receptores de justicia, sino que por el contrario deben ser concebidos como agentes, poniendo énfasis en garantizar las condiciones que les permitan tomar parte en la toma de decisiones y justificar sus posiciones acerca de qué producir, cómo hacerlo y cómo distribuir los resultados de procesos de investigación, proyectos comunitarios y formulación e implementación de políticas (Pereira 2010: 17).[4]
Ambos enfoques entroncan orgánicamente con las epistemologías decolonial y del sur, herramienta de producción de conocimiento sobre la sociedad y sobre el ser humano y de autotransformación, que redefine lo universal a partir del reconocimiento de la diversidad y combina saberes abstractos y empíricos y fundamentalmente experienciales. Valoriza las prácticas cognitivas de las clases, grupos, pueblos, culturas e identidades preteridas y subalternas, históricamente victimizados e inferiorizados por el colonialismo, el capitalismo y otras ideologías céntricas.[5]
Segunda parte: ¿estas formas de investigación son relevantes para las ciencias sociales en Cuba?
La sociedad cubana experimenta un proceso de expansión de desigualdades, pobreza y vulnerabilidades, articulado con una situación de crisis profunda y reforma económica. La acción combinada de crisis y reforma ha tenido como efecto la precarización de las prácticas cotidianas y de las estrategias de vida de amplias franjas poblacionales, impidiendo su acceso a un estándar de bienestar digno (especialmente a alimentos, medicamentos, servicios de salud, higiene comunitaria, vivienda adecuada) y convirtiendo la cotidianidad en un escenario incierto e inseguro.[6]
En las subjetividades conviven tendencias de naturalización de las desigualdades y la pobreza, junto a valores de igualdad y solidaridad, y se refuerzan sentimientos de desesperanza, incertidumbre y falta de confianza en soluciones futuras.
Las desigualdades crecientes no afectan a todos los grupos poblacionales por igual, sino que intensifican brechas de equidad precedentes, como las asociadas al color de la piel, al género, territoriales y generacionales, entre otras. A ello se asocian también niveles de violencia crecientes, que acentúan especialmente las desventajas de la mujer y de identidades de género no hetoronormativas.
En el otro extremo, crece un grupo de altos ingresos, vinculado fundamentalmente a la expansión de mipymes y diversas iniciativas en el sector no estatal, con acceso a consumo y bienestar muy por encima de la media nacional y con poder económico que le permite captar para sí los beneficios de los menguados y deficitarios servicios públicos.[7]
Las políticas públicas en curso no logran aprovechar el aporte del sector privado a la dinamización de la economía nacional y local y al presupuesto público por la vía de impuestos, para incentivar un empresariado con responsabilidad social, generar iniciativas de economía solidaria, mejorar la oferta de bienes y servicios a precios accesibles y para fortalecer acciones focalizadas en beneficio de los grupos en desventaja.
La ampliación de desigualdades se acompaña y refuerza por una fuerte corriente migratoria, con su secuela de separación familiar, de incremento de personas de la tercera edad carentes de amparo, pérdida de recursos laborales, incluyendo jóvenes profesionales, acentuación del envejecimiento demográfico y de la baja fecundidad. [8]
Cuba ha invertido, en la escala de sus posibilidades, en investigación, conocimiento e innovación, apostando porque los resultados científicos propicien desarrollo económico y social. La producción de vacunas para combatir el covid, y otros medicamentos y su distribución gratuita a toda la población, muestran la pertinencia de esta apuesta, pero aún se está muy lejos de logros robustos.
También en Cuba se acumulan resultados de investigación de ciencias sociales sobre pobreza y desigualdad, con propuestas para las políticas sociales y en diálogo con ellas, que no logran un impacto transformativo fuerte y sostenible, más allá de su actual influencia sobre políticas sociales de mayor intención de focalización sobre la solución de brechas de equidad persistentes.[9]
Puede argumentarse que el bloqueo y la crisis mundial que nos afectan crean una restricción de recursos, de acceso a mercados, financiamientos y conocimientos, que obstaculiza avances mayores de inclusión social y en la implementación de los hallazgos de la investigación social en las políticas públicas. Muy cierto, solo que absolutizar este argumento dejaría fuera todo lo que es posible hacer aun bajo tal restricción y se convierte en fuente de inmovilismo social y de justificaciones para no actuar.
De hecho, la investigación y las políticas públicas desaprovechan el potencial de movilización de recursos y de identificación e implementación de soluciones endógenas, debido al insuficiente diálogo colaborativo entre instituciones académicas y entre academia, decisores y activismo social, y a la escasa consideración del punto de vista de los beneficiarios y de estos y sus saberes como agentes de autotransformación.
Parece entonces sensato pensar que las ciencias sociales cubanas podrían mejorar su capacidad de incidencia en el cambio y su aporte a las políticas, incorporando la investigación colaborativa, ciudadana pro inclusión sobre pobreza y desigualdades (ICPDE).
Algunos factores favorecen esta incorporación: la expansión del activismo ciudadano y de proyectos comunitarios, especialmente en temas relacionados con desigualdades vinculadas al color de la piel y al género, que con frecuencia vinculan academia y ciudadanía en acciones transformativas; la convocatoria de instituciones estatales a académicos para formar parte de sus consejos técnicos y para apoyar la formulación de políticas; la acogida oficial a la ciencia abierta y a los vínculos academia-políticas.[10] De igual modo, numerosos centros de investigación tienen una experiencia sólida en el estudio de desigualdades y han creado espacios de intercambio multidisciplinar entre instituciones académicas y entre estas y los decisores y operadores de políticas.[11]
Tercera parte: ¿qué ofrece el CCDR-Cuba a la investigación colaborativa y ciudadana?
Poner en práctica este tipo de investigación requiere un período de “anidación”, un ensayo experimental y pruebas piloto en un espacio amigable que, a la vez que otorgue legitimidad formal, pueda dotar de suficiente flexibilidad para probar procesos de producción de conocimientos que no se atienen necesariamente a las normas y estándares que rigen a los centros de investigación clásicos, testar herramientas y aprovechar, como resultados utilizables, sus propios errores y lecciones aprendidas.
El CCRD-Cuba se reconoce como organización promotora de la espiritualidad, la dignidad, los derechos humanos y la resolución de conflictos, a través del diálogo reconciliador y la participación en procesos de empoderamiento comunitario, con énfasis en los grupos vulnerables. Para ello combina activismo, acciones humanitarias, transformativas y formativas y servicios de acompañamiento, con atención prioritaria hacia grupos en desventaja, sobre la base del uso y generación de conocimiento, la mediación y solución de conflictos, el diálogo y la colaboración interdisciplinar con instituciones académicas y religiosas, autoridades y comunidades, privilegiando el punto de vista, las voces, de los actores que viven las circunstancias de desventaja y sus necesidades.
Su Programa Académico está dirigido a facilitar, gestionar y fomentar espacios para el análisis, el diálogo, el diagnóstico, la intervención de procesos sociales y su relación con las iglesias, y desarrolla actividades encaminadas a la solución de problemas concretos, por medio de la participación comunitaria y el intercambio con los tomadores de decisiones.
Además del área de formación teológica y religiosa, aborda las temáticas de educación y orientación a familias; cultura de paz y participación ciudadana (resolución de conflictos, derechos, diversidad e inclusión social); autodesarrollo comunitario (biosistema y sostenibilidad, derechos ambientales, desarrollo de la economía cubana, pymes, economía social solidaria y gestión de proyectos comunitarios).
Todo ello, y muy especialmente la capacidad de sus especialistas para comprender y transformar desde el conocimiento, tanto del adquirido a través de la investigación como a través del “hacer y el utilizar”, convierte al CCRD-Cuba en un laboratorio privilegiado para ensayar este tipo de estudios en la microescala y mostrar, efectivamente, “más voces”.
El CCRD-Cuba se propone iniciar el proyecto ICPDE Laboratorio+Voces, que consiste en una investigación metodológica exploratoria innovativa, sobre el uso de herramientas de producción de evidencias basadas en metodologías de investigación colaborativa y ciudadana popular, con énfasis en la participación y en las comunidades como actores de la investigación.
Interesa particularmente aplicar este enfoque metodológico al campo de la descripción de la pobreza y las desigualdades, sus causas y sus expresiones en la vida cotidiana y la escala comunitaria, las soluciones populares autotransformativas y para el análisis de políticas sociales.
Los objetivos de este estudio exploratorio se definen como:
–Conocer, diseñar y probar herramientas de producción de evidencias que permitan mostrar la diversidad de voces de los actores atrapados y activos en la trama de la pobreza y la desigualdad y sus experiencias como agentes de cambio.
–Fortalecer las acciones de investigación, formación, asistencia y acompañamiento del CCRD-Cuba.
–Fomentar la colaboración entre académicos y otros interesados, residentes en Cuba y fuera del país, para intercambio de saberes, emprendimientos docentes e investigativos y proyectos de transformación conjuntos.
El problema guía interroga cómo pueden las ciencias sociales contribuir a mejorar la evidencia sobre el estado de las desigualdades, las brechas de equidad y la pobreza en Cuba y las propuestas para su solución desde las políticas sociales.
Se parte de la hipótesis de que las políticas sociales en curso en Cuba se sostienen en visiones de la causalidad e intensidad de los problemas y soluciones posibles, que subvaloran las problemáticas reales y el grado de precariedad de la cotidianidad, y no consideran suficientemente las voces y experiencias de los grupos que lidian con las desventajas, por lo que operan con un repertorio estrecho de acciones que desaprovechan opciones posibles, probadas e investigadas en otros contextos o que dimanan de los saberes y elecciones de los actores directos.
Puesto que se trata de un proyecto en formulación, solo a manera de ilustración, proponemos una lista inicial de posibles áreas de estudio, que se concretará según las posibilidades del CCRD-Cuba y el interés de colaboradores que deseen unirse:
–Identificar e introducir en estudios propios los avances metodológicos internacionales en el estudio de las desigualdades, las brechas de equidad, la pobreza y las políticas sociales.
–Indagación sobre avances en epistemología, metodología, ética, técnicas y validación de evidencias en la investigación colaborativa y ciudadana.
–Monitoreo de la crisis y las medidas para gestionarla. Economía cubana y equidad. Vacíos de información pública en el país sobre temas relevantes (ingresos, remesas, deuda, inversiones, costos de vida, magnitud de las desigualdades y la pobreza, migración, entre otros) y vías alternativas para su medición.
–Historias de vida y memorias de sujetos de grupos en desventaja.
–Desigualdades en la vida cotidiana. Vida material y subjetividades. Narrativa cualitativa e imágenes.
–Papel y momentos de la participación ciudadana en las políticas sociales y el desarrollo local. Vínculos investigación (políticas) ciudadanía.
–Políticas y servicios de cuidados y acompañamiento a grupos en desventaja.
–El discurso sobre la desigualdad en diferentes actores sociales y su expresión en las redes y otros productos.
–Autodesarrollo comunitario. Proyectos de trasformación pro inclusión a escala local y comunitaria. Experiencias y aportes en la solución de situaciones de vulnerabilidad, superación de brechas de equidad y sostenibilidad. Cultura de paz.
–Economía social solidaria. Mipymes, equidad e inclusión.
–Identificación y apoyo a situaciones extremas de vulnerabilidad: indigencia, personas sin hogar, violencia, enfermos sin atención, infancias en precariedad.
La estrategia de implementación consiste en aprovechar, bajo la coordinación del Programa Académico del CCDR-Cuba, los esfuerzos de formación, servicios, acompañamiento y activismo comunitario que ya realiza el centro, la experticia de sus especialistas y de sus aliados diversos (personas que reciben servicios del CCRD-Cuba, autoridades y líderes comunitarios, iglesias e instituciones académicas nacionales y extranjeras) para dos abordajes articulados: 1) crear un espacio de aprendizajes conjuntos sobre teoría, metodología y prácticas ICPDE y su aplicación a la investigación de desigualdades y al diálogo para políticas sociales; 2) insertar orgánicamente las acciones del proyecto en las tareas habituales del CCRD-Cuba, para sistematizar y aprovechar dichas acciones en su potencial para visibilizar voces diversas, generación de conocimiento e identificación de soluciones.
Ello funcionaría como laboratorio a escala micro (Laboratorio+Voces) y los resultados esperados serían: metodologías, productos comunicativos (informes, publicaciones) sobre esta forma de investigación y sus ventajas o posibles usos en Cuba y fortalecimiento de las acciones de formación, asistencia y asesoría del CCRD-Cuba con nuevas herramientas participativas y contenidos sobre las desigualdades en el país.
Una pregunta imprescindible es cómo se financia todo esto. Si bien en perspectiva se podría valorar proponer a posibles instituciones y donantes el apoyo financiero para un estudio abarcador, imaginamos un inicio modesto, que puede sostenerse con costos mínimos, al articular el estudio con las acciones del CCRD-Cuba, y contando con el aporte de colaboradores y colaboradoras que encuentren interés en unirse al proyecto con sus propios medios.
Cuarta parte y final: invitación
Este texto es el primer paso para iniciar la fase preparatoria del proyecto en el CCRD-Cuba, que incluirá someter la propuesta a la opinión de académicos, activistas, proyectos y directivos y operadores de políticas; valorar formas de introducción del enfoque en las acciones habituales del Centro, comenzar la formación de aprendizajes conjuntos y establecer vínculos con posibles colaboradores dentro y fuera de Cuba.
Es también una invitación a unirse a esta iniciativa a personas interesadas, bajo los principios de la responsabilidad por la expansión efectiva y sostenible de la equidad y la justicia social, y de coproducción cognitiva respetuosa y solidaria,
Pueden colaborar personas nacionales y extranjeras, que viven en Cuba y fuera del país, y ofrecer aportes de diversa naturaleza, por ejemplo:
–Textos y contactos (de investigadores, experiencias, instituciones) sobre investigación ciudadana y pro inclusión.
–Ofrecer cursos, conferencias, talleres (virtuales o presenciales) sobre teoría y metodología de la investigación ciudadana y pro inclusión, y otros temas relacionados con la investigación de crisis, las desigualdades, la pobreza, las brechas de equidad, las políticas públicas.
–Ofrecer formación para investigadores, activistas, ciudadanía, autoridades en investigación colaborativa pro inclusión.
–Compartir resultados de investigación obtenidos con metodología colaborativa ciudadana y pro inclusión o afines a estas.
–Mostrar experiencias comunitarias y de activismo ciudadano transformativo pro inclusión.
–Proponer e implementar estudios de este tipo en el CCRD-Cuba. Formar pares y equipos de colaboración.
Interesadas e interesados pueden comunicarse para preguntas y propuestas a través de los correos: ccrdcuba@gmail.com y mayripauli@gmail.com.
¡Les esperamos!
Rita M. García Morris, directora ejecutiva del CCRD-Cuba
Yenia Pupo Cruz, coordinadora del Programa Académico del CCRD-Cuba
Mayra P. Espina Prieto, investigadora asociada al Programa Académico del CCRD-Cuba
Febrero de 2024
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[1] Ver Alzugaray, S., Mederos, L. y Sutz, J.: “Investigación e innovación para la inclusión social: la trama de la teoría y de la política”, en ISEGORÍA. Revista de Filosofía Moral y Política, N.º 48, 25-50, Montevideo, 2013, ISSN 1130-2097.
[2] Ver Rappaport, J.: “Rethinking the Meaning of Research in Collaborative Relationships. Collaborative Anthropologies”, 9(1-2), 1-31, 2018. https://doi.org/10.1353/cla.2016.0009 y “El proyecto de ciencia abierta en un mundo desigual”, June 2022, Relaciones Internacionales DOI:10.15366/relacionesinternacionales2022.50.00).
[3] Sobre el enfoque pro inclusión revisar Alzugaray, S., Mederos, L y Sutz, Ob. cit.
[4] Ver Pereira, G.: Las voces de la igualdad. Bases para una teoría crítica de la justicia, Proteus, Montevideo, 2010.
[5] Mignolo, W.: “La clausura de las ciencias sociales”, en Pedro Ortega (ed.): Decolonialidad, emancipación y utopía en América Latina y el Caribe, Editorial Global, Cátedra UNESCO de Ciencias Sociales, CLACSO, Archivo General de la Nación, Santo Domingo, 2021 y de Sousa Santos, B.: “Introducción a las epistemologías del sur”, en Maria Paula Meneses (coord.): Epistemologías do Sul, CLACSO, Buenos Aires, 2018.
[6] Sobre crisis y desigualdades ver Espina, M.: “Revisitando el concepto de crisis desde un enfoque de complejidad, desigualdades y vida cotidiana”, en Acosta, J. (coordinador científico): Bioética y Biopolítica, Ed. Acuario, EBook, La Habana, 2023, y Pérez, O. E.: “Cálculo del costo de la vida en Cuba”, en https://horizontecubano.law.columbia.edu/, 2023.
[7] Espina, M.: Ob. cit.
[8] Consultar Albizu-Campos, J. C.: “Las migraciones en Cuba”, Presentación, 11 de enero, 2024, fondos del Centro Cristiano de Reflexión y Diálogo-Cuba (CCRD-Cuba).
[9] Por ejemplo, el Programa para el adelanto de la mujer, el Programa de lucha contra el racismo y la discriminación, el de Política de atención a personas, familias/hogares, grupos y comunidades en situación de vulnerabilidad.
[10] El CITMA organizó en 2023 el I Simposio de Ciencia Abierta, con el auspicio del Ministerio de Educación Superior (MES), Universidad de La Habana (UH) y Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO).
[11] Como ejemplo, valga la existencia de la red de políticas sociales y el seminario permanente de política social (ambos coordinados por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, FLACSO), el grupo de estructura social y desigualdades, la red de estudios del trabajo y la de economía social y solidaria (con asiento en el Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas, CIPS), el grupo de equidad social del Centro de Estudios de la Economía Cubana (CEEC), entre otros. El Departamento de Sociología de la Universidad de La Habana mantiene esta línea de investigación y coordinó la formulación de Programa de Técnico Superior en Trabajo Social. También la Universidad de Oriente, la Central y la de Cienfuegos abordan el tema. Todas estas instituciones y espacios promueven la colaboración interinstitucional y el diálogo con decisores.