
Miembros de las congregaciones Católica, Pentecostal, Asamblea de Dios, Presbiteriana y Morava del municipio Jagüey Grande, se dieron cita para ser capacitados sobre cómo llevar a cabo un estilo de vida en que pongan en práctica el autocuidado.
Valorarse uno mismo, autoestima, respeto, los estímulos a la creatividad, el dar y recibir afecto, los hábitos saludables, fueron algunos de los elementos que expusieron varios de los participantes durante la dinámica inicial del taller. Desde ahí, se trató de comprender hasta qué punto son aplicados esos y otros aspectos, en ese acto de amabilidad con uno mismo que es el autocuidado.
Un punto bastante debatido fue el referente al del establecimiento de los límites en todas las áreas de nuestra vida: en la familia, la pareja, en el área laboral, con las amistades e incluso con nosotros mismos. Para quien no está acostumbrado a estos, puede ser difícil empezar a establecerlos. Desde lo cultural, está la idea de que para ser una buena persona hay que estar dispuesto a entregar todo por los demás, por lo que se incurre con frecuencia en la transgresión de los límites. Otra razón que explica la dificultad para establecerlos, es la falta de autoconocimiento, manifestándose en la dificultad para diferenciar quién es uno respecto a los demás, y cuáles son las propias necesidades y limitaciones. En este sentido, es importante aprender a reconocer hasta dónde podemos y queremos priorizar nuestras necesidades o las de otros, lo cual es un genuino acto de cuidado personal.
Llegado a este punto, se impone preguntarnos qué desventajas tiene el no poner límites. En contraparte, sería factible identificar qué beneficios podríamos obtener si los pusiéramos. Si no tenemos claro el aporte de los límites para nuestro bienestar personal, es difícil poder establecerlos. En general, cuando analizamos esos beneficios suele aparecer la posibilidad de conocernos mejor, y que los otros también nos conozcan realmente, logrando con ello alcanzar la sensación de congruencia interna y de autenticidad. Esto permite regular nuestros propios estados emocionales, mejorar la autoestima y la comunicación con otras personas. Aceptar el establecimiento de los límites, genera reglas de convivencia claras, al tiempo que valida los valores propios y ajenos.
Sobre la base de las opiniones de los asistentes al taller, los especialistas del CCRD-Cuba insistieron en que no solo se trata de conocer los conceptos, sino de aplicarlos en el diario vivir.
La jornada de trabajo continuó en horas de la tarde en un escenario diferente, la Iglesia Cristiana Reformada de Jagüey. La flexibilidad psicológica, el refuerzo positivo como alternativa de relación, así como la correcta evaluación ante los problemas, fueron los principales temas abordados en el taller, que se caracterizó por un amplio y fructífero debate, donde las féminas manifestaron sus criterios y compartieron vivencias.