Al bajar Jesús de la barca, vio la multitud, y sintió compasión de ellos, porque estaban como ovejas que no tienen pastor, y comenzó a enseñarles muchas cosas.
Marcos 6:34
Texto bíblico: Lucas 10:25-37
[Por razones religiosas e históricas, los israelitas y los samaritanos
se consideraban enemigos y ni siquiera se dirigían la palabra unos a otros].
Luego de la matanza de jóvenes en un club de Orlando, en la Florida, frecuentado por varones y hembras, lesbianas, homosexuales, transexuales, intersexuales, y otras personas heterosexuales a quienes les gusta el ambiente festivo de dicho lugar; pude ver la declaración de alguien que tiene un cargo pastoral en una determinada iglesia, quien dijo, entre otras cosas: «Lamento que el autor de la masacre no haya matado a todos los homosexuales […] Yo creo que el gobierno estuviera bien si mataran a todos los homosexuales».
La diversidad humana no se puede ocultar ni negar: las opiniones y las conductas son múltiples dentro y fuera de la Iglesia Cristiana. La diversidad en sí no es mala, sino una gran riqueza que puede ser usada para el bien o para el mal de personas, naciones y múltiples colectivos, incluyendo las religiones.
Pero, ¿qué somos los cristianos en medio de lo diverso, entre conductas individuales y grupales que resultan dañinas en lo personal, cultural, político, económico, científico y en lo relacionado con el medio ambiente o biosistema planetario?
¿Qué vamos a hacer? ¿Exterminar a quienes se enriquecen sin misericordia, sin tomar en cuenta la pobreza y la miseria de otros? ¿Acabar con quienes llegan a tener una fama que los pone por encima de la moral y el respeto a los demás? ¿Eliminar a quienes construyen armas cada vez más mortíferas y de destrucción masiva? ¿Borrar del mapa humano a los políticos corruptos y prepotentes? ¿Destruir sin misericordia a los narcotraficantes? ¿Suprimir cualquier forma a los que participan como lesbianas, gais, bisexuales, transexuales e intersexuales (LGTBI)? ¿Qué penalidad pondremos a los que trafican y abusan de niños, adolescentes, mujeres y hombres?
Cuando muramos no nos enfrentaremos a un Juez sino a un Padre justo, misericordioso, que no puede ser engañado ni burlado. Él sabrá verdaderamente cuáles fueron las acciones y decisiones que tomamos y que nos dañaron a nosotros mismos y a otros.
Nuestra responsabilidad fraterna ante todos estos problemas es seguir siendo pastores y pastoras, proclamando –con palabras y obras– el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, acercándonos –no despreciando– a quienes hacen mal a otros o se lo hacen a sí mismos, que nuestras palabras y acciones sean amistosas, orientadoras, incluso cuando no acepten ni la fe ni la moral por la que nos esforzamos muchas veces quienes seguimos a Cristo. No pagar a nadie mal por mal (Romanos 12:17). Debemos consolar a los afligidos y jamás alegrarnos del mal de nadie. ¿Acaso eso no fue lo que hizo nuestro Señor Jesucristo?
Rev. Raimundo García Franco
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